Rea salvó a su pequeño hijo Zeus de ser devorado por Cronos. Dejó al bebé oculto en una cueva bajo el cuidado de una cabra. Esta cabra se llamaba Amaltea y sentía mucho cariño hacia el pequeño dios. Lo cuidaba con ternura y dedicación.
Una vez, mientras los dos jugaban, el niño por accidente arrancó uno de los cuernos de la cabra: aunque todavía era pequeño, Zeus poseía gran fuerza. Amaltea dio un terrible grito y comenzó a llorar de dolor.
Zeus se sintió muy apenado. Rápidamente colocó su manita sobre la herida e hizo desaparecer el dolor. Tomó el cuerno que yacía tirado en el suelo, se lo llevó a la boca y sopló por él como por una trompeta. Del cuerno comenzaron a brotar flores y frutas, leche, miel y semillas de todo tipo.
Devolvió el cuerno a Amaltea, y ésta se maravilló ante los poderes del niño. Pero todas aquellas flores y alimentos y bebidas brotaban con tal abundancia del cuerno que hubiera resultado imposible conservarlo dentro de la cueva, así que Amaltea llamó a unas ninfas que vivían en un bosque cercano y se los entregó.
Estas ninfas se dieron a la tarea de recorrer la tierra de un lado a otro, derramando los dones que manaban del cuerno sobre los mortales afortunados. Pronto se conoció aquel objeto maravilloso con el nombre de Cornucopia, o Cuerno de la Abundancia.
Cuando Amaltea envejeció y murió, Zeus colocó su figura en el cielo, en forma de una constelación. Actualmente, conocemos a esta constelación con el nombre de Capricornio.
CLOTO
BIBLIOGRAFÍA
TRUJILLO, F. (2000) Mitología fantástica para niños. Selector: México.
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